La hipersensibilidad sensorial es la sensación exagerada de cualquier estímulo que algunas personas perciben de su entorno a través de los cinco sentidos, es decir, de la vista, el olfato, el gusto, la audición y el tacto. Esto es causado por el Trastorno del Procesamiento Sensorial o Disfunción de Integración Sensorial, este trastorno causa que el cerebro no pueda distinguir o filtrar adecuadamente los estímulos que recibe del entorno, por lo tanto, no puede ignorar los que no son tan importantes causando una sobrecarga sensorial por cualquier estímulo del entorno, explotando en una Crisis Sensorial y llegando incluso a causar dolor físico.
Algunas de las sensaciones que las personas con hipersensibilidad sensorial pueden experimentar son:
La hipersensibilidad se presenta en la mayoría de los casos de personas con Trastorno de Espectro Autista, es por esto que mucho de nuestros niños reaccionan de manera exagerada a estímulos que muchas veces nosotros no percibimos o que no nos parecen importantes. La hipersensibilidad sensorial no solamente afecta los cinco sentidos causando dificultad para adaptarse al entorno, sino que a través de esta afección, entorpece las relaciones personales, contribuye al déficit de atención y concentración, ocasiona agotamiento físico y mental, es la causa principal de las ausencias o momentos en que el niño se ensimisma con la necesidad de desconectar los estímulos para descansar y no explotar en crisis.
Nuestro cerebro está acostumbrado a la exposición constante de estímulos como por ejemplo, el roce de la ropa, los sonidos del entorno (buses, electrodomésticos, aves, el agua, etc.), aromas y texturas de las comidas, por lo tanto, reaccionamos con normalidad cuando alguno de estos estímulos está presente, pero el cerebro de un niño con hipersensibilidad sensorial, al no poder procesar con normalidad estos estímulos causa reacciones exageradas como puede ser el taparse los oídos constantemente, querer quitarse la ropa o zapatos, no tolerar los abrazos o contacto físico, tener nauseas (por las aromas), no fijar la mirada, parpadear con frecuencia o taparse los ojos, no tolerar algunas texturas y/o sabores en las comidas, no tolerar visitar a un lugar muy concurrido como pueden ser los centros comerciales, entre otras cosas. También pueden presentar frecuentemente distracciones y falta de concentración, resistencia al cambio, problemas para socializar, crisis de irritabilidad y ansiedad y problemas para controlar los impulsos.